En los años ´80 y los ´90, cuando vivía en Maquinchao, busqué referencias que me ayudaran a entender la historia del lugar. Las publicaciones a las que tenía acceso en la biblioteca local traían información escasísima, que poco ampliaban las anotaciones que había dejado el director de la escuela, Merlo Rojas, en los años treinta. Años más tarde inicié un recorrido por otras bibliotecas, universidades y archivos y encontré, no sin sorpresa, que existía una cantidad de documentos, relatos de exploradores y artículos periodísticos que hablaban del lugar.

Para ser una localidad aislada en una de las zonas más inhóspitas de la Patagonia, Maquinchao tiene una rica representación en la literatura. Aquí presentamos una selección de los textos hallados : relatos de viajeros, documentos y producciones locales, escritos en tres siglos. Algunos se publican por primera vez en castellano. La intención fue hacerlos accesibles, que sirvan para valorizar la rica historia local, comprender cuántas esperanzas y sufrimientos encierra, y ubicarse en su devenir, que no ha concluido.

1983: En Luvina


Juan Matamala, Prólogo a Más allá de las piedras

Juan Matamala nació en el Bolsón en 1951. Cursó estudios primarios en El Bolsón, San Carlos de Bariloche y Pedro Luro. Finalizó los estudios universitarios en la Universidad Nacional de Córdoba de la que egresó como Licenciado en Letras en 1978. Ha ejercido la docencia en todos los niveles: primario, secundario y terciario. Durante la Dictadura Militar ejerció la docencia en Ingeniero Jacobacci y fue Director del Colegio Secundario de Maquinchao. También editó el periódico “La Voz del Sur”.

Con el advenimiento de la democracia fue nombrado Director de LRA 54 Radio Nacional Ing. Jacobacci y luego regresó a El Bolsón en donde prosiguió con la labor periodística. Ha ganado concursos de cuentos, escribe poesía, investiga la historia del Bolsón y hace teatro. Su obra “Réquiem” fue puesta en escena en Viedma con motivo de cumplirse los 500 años de la llegada de Colón a América. Es una obra que rescata al aborigen y critica las consecuencias de la conquista. En este breve prólogo recrea sus impresiones sobre Maquinchao.

Quien una vez pasó por Maquinchao no ha de olvidarlo. Es uno de esos pueblos tristes, enigmáticos, grises, que pueden agendarse como una curiosidad en un largo viaje hacia las cordilleras, los lagos, las nieves y los ríos. No es un lugar para quedarse. Parece hostil y duro. Es, como decía Juan Rulfo, un lugar como Luvina, donde las pocas plantas arañan la tierra para aferrarse al suelo. Es la pura soledad.

Yo viví en Maquinchao. Aquellos años son un racimo de experiencias que no se han de borrar por más que arrecien vientos y nieves. Se me instalaron en el corazón y tienen nombre y apellido, tienen luz y geografía propias. Muchas noches he despertado sintiendo ese frío intenso de las heladas, pero al lado, al costado del recuerdo emergen las brasas calientes de su gente.

La gente, el pueblo, la Iglesia, la estación, sus calles barridas por el viento inclemente, aquel olor a pan a las cinco de la tarde, los bares solitarios y oscuros, esa comisaría, el Hospital, la escuela y aquel silbido eterno de los vientos o el silencio profundo de las fuertes nevadas. Todo es una postal, un recuerdo que se graba para toda la vida.

“Más allá de las piedras” es una manera de desentrañar lo que es este pueblo de la Línea Sur que tiene cuerpo y alma, vejez y juventud, empecinamiento en la búsqueda de las raíces y, sobre todas las cosas, deja un mensaje a quien no lo conoce.

El frío es inherente a este pueblo pero así es el calor que su gente emana para neutralizarlo. Sus casas bajas contrastan con la altura de sus pobladores. Sus techos bajos no marcan la estatura de sus almas. Aquí vive gente como las rescatadas en estas páginas, con alma y pasado, con experiencias y bondad.

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